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Categoría: Uncategorized

Ha vuelto a pasar, señora

Ha vuelto a pasar, señora. He despertado en mitad de la noche notando a la vez su calidez y su ausencia. Los sueños son muy traicioneros, y me traen sus recuerdos para despertarme inmediatamente y sentir la realidad. Y algo voy a tener que hacer, señora. O no duermo más en la vida, o se presenta en el momento que despierto. Lo primero lo veo improbable, lo segundo imposible. Pero por si acaso voy a dejar la puerta de mi casa entornada por las noches, que usted ya sabe donde vivo. No me despierte cuando vea que me agito, probablemente estaré amándola en sueños. Ya despertaré y continuaré soñando

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La primavera llegará igual que todos los años

La primavera llegará igual que todos los años, señora. Me despertaré una mañana y veré que huele a tierra recién mojada en el balcón y a romero en el armario del pasillo; que su camiseta de dormir lleva prendidas hojas de margarita y sus zapatillas arrastran briznas de hierba. El alféizar de la ventana será del color del almendro en flor y las persianas se habrán convertido en cortinas de lluvia. De la mesa de la cocina  florecerán las amapolas y del fregadero colgarán madreselvas. Pero el mejor indicativo, señora, de que ha llegado la primavera, será observar que de nuevo usted ha florecido.

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Incendios de nieve

Tengo un plan, señora. Un día bajo su ventana nos juntaremos unos cuantos amigos que he conocido. Un equilibrista ciego, dos fakires que realmente tragan fuego, un pianista que toca el saxofón, y tres chicas que vienen a aparentar. Hay también una docena de cantantes variados que no saben bailar, tres amantes de la luna que se apuntan porque será de noche. Vendrá ese ser que conocimos en la cabaña del monte y que sabía llamar a los animales con su lenguaje, quiere convocar a todos los perros de los vecinos. He convencido a trescientos bailarines que treparán para bailar en tu balcón, y al que tocaba la batería con El último de la fila. Y cantaremos todos esa canción que pinté en tu espalda con mis dedos mientras mirabas la playa. Espero que sus vecinos no se molesten porque pensamos dar mucho la lata. Hasta que se asome y nos diga que lo hacemos bien o nos tire comida para que nos callemos.

Yo lo tengo ya todo perdido, señora. Y a lo mejor después de eso no soy persona y me convierto en espuma. Pero no será en vano el intento, y estoy seguro que nunca nadie jamás podrá superar tanta locura junta. Y espero contar con su perdón, señora, si esto le llega a molestar. Pero he de intentarlo

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Me vas a tener que perdonar mis olvidos

Me vas a tener que perdonar mis olvidos. Porque en este tiempo he olvidado cosas que nunca pensé que olvidaría. No se que talla usas, ni si te gusta el café solo o con leche. He olvidado el nombre de tu mascota y la hora a la que sales de trabajar. No se si tienes una canción preferida, ni que ves en la televisión. No recuerdo dónde fuiste en tus últimas vacaciones, ni el nombre de tus hermanos. He olvidado hasta el talle de tu cintura, y la tersura de tu piel, y el color de tu mesilla. Ha sido todo tan repentino que he borrado toda mi memoria en el mismo instante en que me has dejado saborear de nuevo el néctar de tus labios. Y ahora te tengo que volver a descubrir. Y no me imaginaba que iba a ser una aventura tan placentera.

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Vals nº 2 de Shostakovich

Te perdiste que bailásemos el Vals nº 2 de Shostakovich, te marchaste un poco antes de que la orquesta interpretase esa melodía. Me dijeron que ya estabas de camino a tu casa cuando te busqué para sacarte a la pista. No había rastro de tu vestido negro, ni de tus zapatos de tacón. No hay cosa más triste que escuchar esa pieza y soñar que te tengo cogida del talle y de la mano, y ver que estoy bailando con el pensamiento. Si hay una fiesta como esa, cerraré todas las puertas, despacharé a todos los bailarines y pediré a la orquesta que alargue el vals hasta que caigas rendida en mis brazos.

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Ustedes dirán lo que quieran

Ustedes dirán lo que quieran, pero yo voy a amarla. No me importa el tiempo, ni no tener la certeza de que algún día llegue a buen puerto mis intenciones, pero yo seguiré queriéndola. Porque no encuentro mejor antídoto para mi ánimo, ni mejor futuro para mi alma. Tener tan claro el objetivo me da alas para respirar.

Ustedes dirán que mira para otro lado, que ya no le importo, y seguramente tendrán razón, pero llegó un momento en mi vida que no me importan otras cosas que su presencia aunque sea solo evocadora.

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En la distancia eres más deseable

En la distancia eres más deseable

sabiéndote lejos te tengo más ganas

sin verte, deseo saber que haces

sin hablarte, quiero saber que piensas

 

En la distancia eres más deseable

porque no puedo calmarte

porque no puedo mirarte

porque no puedo besarte

 

En la distancia eres más deseable

porque no tengo tu calma

porque no tengo la curva de tu espalda

porque no encuentro tus ojos

 

En la distancia eres más deseable

y si doy un paso no sé si me acerca o me aleja

y si pasa un minuto no sé si es el último sin ti

y si no sé de ti, temo que me olvides

 

En la distancia eres más deseable

por eso te escribo aunque no lo leas

por eso te canto aunque no me escuches

por eso te amo aunque sea lo último que haga

 

En la distancia eres más deseable

y no quiero distancia

y no quiero silencio

y no quiero soledad

necesito nombrarte y que respondas

 

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Todo música

Que sepa usted, señora, que voy a poner unos altavoces desde su casa a la oficina, que voy a poner esas canciones que le motivan, que le enardecen, que va a sonar la canción de su vida mientras cruza la calle, que va a sentir como tiembla el suelo del ascensor con el sonido de unos timbales. Que cuando llegue a su silla, señora, ya no sabrá si está sonando la melodía de su vida, o la novena de Beethoven. Y al cruzar de nuevo de acera a acera, no sonarán ni sus zapatos porque será como caminar entre algodones. Y así todos los días, señora. Y cuando llegue la hora de volver a casa, tendrá la música más relajante que pueda imaginar, tan relajante que hasta los zapatos se le despegarán solos de los pies e irá descalza por una alfombra con forma de pentagrama. Y cuando encuentre la paz de su hogar, señora, habrá cien violinistas componiendo solo para usted, a los cuales, si me deja, dirigiré desde la sombra.

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No hay nada comparable a bailar con tus ojos

No hay nada comparable a bailar con tus ojos, Aunque no te hayas dado cuenta, siempre bailo con ellos. Como diría Elton John, he olvidado si son verdes o azules, o quizás no, porque se que son color almendra, pero si no me marcan el compás ni se bailar, ni se respirar. Y a veces bailo sin verlos, pero es casi mejor imaginarlos. Ya los soñaba antes de tenerlos a dos centímetros de mí, como no voy a dibujarlos en mi mente si los he disfrutado tan cerca que podía tocarlos con el aliento. Y ahora que los siento lejos, son más deseables, porque creo que miran perdidos y solo yo sé guiarlos.

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De ti depende

De ti depende. De ti depende que no tengas que regar más veces las macetas de la ventana porque provocaré que llueva; que llegue el autobús a la hora, porque yo lo conduciré; que no sueñes en blanco y negro, porque daré brochazos de color a tus sueños; que no te duelan más los pies, porque acolcharé las aceras por donde pases; que no oigas reproches, porque yo los callaré; que haya siempre un motivo para levantarse, porque crearé un mundo nuevo cada mañana. De ti depende. Lo que dependía de mí ya está hecho, era hacerte llegar este mensaje

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