Saltar al contenido →

Categoría: Relato

Es una pena

Es una pena que no te hayas dado cuenta aún de que eres una diosa. No deberías ir mendigando frases sueltas por ahí cuando otros te construyen poemarios, ni dormir bajo tejados cuando te construyen templos. No deberías escuchar plegarias cuando otros te dedican salmos, ni deberías caminar por el asfalto cuando otros te siembran veredas. No deberías soñar cuando otros te construyen universos y deberías de dejar de leer cuentos cuando otros te escriben trilogías.

Deja un comentario

Me compré ese reloj

Me compré ese reloj que se para cuando te marchas y se pone en hora cuando regresas. He observado que incluso las manecillas marchan al revés cuando lo miro fijamente. Me pregunto cómo se comportará esta noche que has decidido quedarte a dormir y van a cambiar la hora. A lo mejor generamos un agujero de espacio tiempo. Por si acaso, te despertaré a las tres y te mantendré despierta una hora. Si cuando amanece estás aún entre mis sábanas, echaré las persianas hasta la primavera

Deja un comentario

Volví al terreno donde íbamos de niños

Volví al terreno donde íbamos de niños. Te sorprendería ver que aún está en pie la vieja valla que usábamos para trepar y saltar. Probablemente aún estará por ahí alguna de las piedras que nos tirábamos con mala puntería, a mí me gustaban las planas porque decía que llegaban más lejos, a ti te gustaban todas. Han asfaltado la parte de atrás, donde buscábamos lagartijas que se escondían dentro de los tubos de televisores que previamente habíamos roto. Haciendo un pequeño esfuerzo, te vi caminando con tu vestido corto por encima de la valla, esquivando los ladrillos rotos. Siempre temí que te caerías sobre alguno y que tendrías una herida de por vida, pero eras más diestra que todos los que te mirábamos desde abajo. Lo que más eché en falta fue el olor a tardes de verano que alguna vez me viene a la mente. Ahora no está el viejo taller que emitía aquellos efluvios que irremediablemente asociamos a aquellas jornadas eternas hasta que el sol caía y alguien nos llamaba a gritos para ir a cenar. Y puestos a recordar, recordé la tarde que te invité a un refresco porque hacía mucho calor y a mi alguien me había dado una propina, tu pediste Mirinda, yo me tomé un helado. Ahora hay aquí una floristería, ¿bajas y te invito?

Deja un comentario

¿Me deja usted, señora, que me emborrache esta noche?

¿Me deja usted, señora, que me emborrache esta noche?. Será cuando ya no esté conmigo, y lo haré a solas. Como cuando aún no la conocía e iba por los bares buscando alguien con quien conversar. Lo diferente de esta vez, señora, es que si me encuentro a alguien le hablaré de usted de sus sandalias planas con florecillas, de sus peinados de los sábados y de las copas de las noches a la fresca de su terraza. Les hablaré de cuando nos conocimos en aquella exposición de arte abstracto y de como me quedé mirándola hasta que se volvió y me miró con extrañeza y algo de miedo. Les contaré que tardé dos días en llevarle rosas a la oficina, y casi tres en pedirle, con la mirada, el primer beso. Hasta puede que cuente que los vecinos nos miran unos con envidia, otros como seres extraños, los días que preceden a nuestras noches casi en vela. Pero le aseguro que no les contaré que hoy la he dejado para que duerma tranquila porque mañana le voy a dar esa sorpresa que lleva tanto tiempo esperando.

Deja un comentario

He encargado un póster de su fotografía

He encargado un póster de su fotografía, la que le hice mientras paseaba vestida de negro por aquel acantilado. Al fondo el horizonte, de cerca su figura sibilina formando una letra. Me han llamado por si quiero comercializarlo porque creen que se venderá muy bien como reclamo de la provincia. Pero les he dicho que no, obviamente. Que me manden a mi sólo la copia, que ya he tirado el tabique para ponerla allí. No se aún que opinará mi vecino cuando venga de vacaciones, pero ya lo intentaré convencer de alguna manera, él ya la conoce a usted, así que espero que no ponga ningún problema por haberle quitado la estantería.

Deja un comentario

A estas alturas

A estas alturas ya sabrá, señora, que su mirada quema, que sus ojos no son terrenales, que dónde miran abrasan. Lo he comprobado muchas veces, cada vez que veo su foto en mi teléfono debo apartar la mirada. Y no es por eso por lo que no la llamo, ya lo sabe, señora, es por algo más mágico. Me atrevo a mandarle estos mensajes con la esperanza de que los lea, levante la mirada hacia el cielo y, por el resplandor, sepa donde localizarla. Si por el camino, su rayo quema la luna, que le vamos a hacer. Lo llamaré daños colaterales, pero usted no deje de mandarme señales.

Deja un comentario

Después de tanto tiempo

Después de tanto tiempo

ya casi ni me conozco

si no fuera porque me arriesgo

por todo aquello que aún quiero

pensaría ser un cuadro abstracto

que solo entienden los locos.

Un cuadro de mil trazos

cicatrices por todos lados

arrinconado como un trapo

después de ser usado.

Feliz por los que amo

envidioso, pero sano

agradecido por dentro

por haber sido amado.

Y lo que quema por dentro

para mi me lo quedo

que todo lo arregla el tiempo

y si no hay tiempo, me lo invento

Deja un comentario

Hoy me tendrá que perdonar

Hoy me tendrá que perdonar, no estoy inspirado para escribirle, señora. Pensará que el alcohol me noqueó anoche y que hoy estoy de resaca, pero solo es cierto lo segundo. Tengo resaca de usted. Qué encantadora conversación, qué manera de mirarnos, qué calor el de sus manos, qué madrugada más etérea, qué canciones nos dedicamos. Y sobre todo, que imaginación le eché desde que empecé a soñarlo todo

Deja un comentario

Si vuelve a mirarme como anoche

Si vuelve a mirarme como anoche, señora, va a tener que inventar nuevas iniciales porque se las voy a desgastar todas. Llevo todo el año soñando sus ojos y lo estamos estrenando.

Deja un comentario

Hubiera quemado todo el año en la pira negra

Hubiera quemado todo el año en la pira negra, si no llego a ver sus ojos, señora a unos milímetros de mí unos minutos antes de las campanadas. Lo que sucedió después se lo contaré alguna noche, o una madrugada al calor de un licor que aún no esté destilado. Qué ojos, que mirada, que mensaje.. espero estar descifrándolo al menos hasta la próxima nochevieja que caiga en jueves par.

Deja un comentario