
Que fácil me lo pone cuando me escribe palabras, las esconde entre las sombras de la casa y me incita con pleitesía a que las encadene. Debería saber, a estas alturas, que deseo casi tanto como usted, que llegue la noche, nos desvistamos, y que con toda la sensualidad que hayamos acumulado durante el día, la rocíe con epítetos hasta que las empapadas sábanas nos anuncien la mañana.
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