
Mi oculista me recomienda no mirarla tanto, ni aún en fotografía, para mantener la paz entre las corrientes minimalistas que defienden que solo un trazo definiría su mirada, y los hiperrealistas que abocan por derrochar tantos colores como tres arcoiris infinitos. En mi humilde opinión, debería cambiar de galeno y dedicar el gasto a aprender a pintarla con los ojos cerrados.
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