Se ha ido de la calle dónde vivía y no me ha dicho nada, señora. El del bar de su esquina me dijo que la vio marchar de madrugada, cuando él espantaba a los últimos borrachos, que la vio descalza por el asfalto mojado, y con el bolso de los deseos lleno de ropa. Se tenía que haber puesto por lo menos unos calcetines. He puesto fotos suyas por los postes de luz y mi teléfono por si alguien la reconoce, pero se llevan el cartel los ladrones de caras. Hoy he convocado a los basureros para ver si la encontramos. Pasaremos la noche sembrando macetas por las esquinas, yo creo que las reconocerá, y a lo mejor cuando yo vuelva a casa, la encuentro dormida en el sofá que tengo para los regresos.
Se ha ido de la calle dónde vivía
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