Yo creo que sería capaz de reconocer cada grano de arena que se quedó pegado a tu cuerpo aquella tarde en la playa. Y no porque los memorizase mirándolos, si no porque solo tendría que acercarme a olerlos y descubrir el aroma que dejaste en ellos. Y han pasado los años, pero seguirán allí, esperando a enredarse con tu piel. Y el que haya sido arrastrado al agua luchará frenéticamente por acercarse a la orilla por si apareces.
Yo creo que deberíamos volver aunque sea en invierno, solo por el placer de ver que ocurre cuando te vean aparecer.
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