Estaba observando esa foto que te hice un día mientras dormías. Eran las siete de la mañana. Me pareció sentir tanta placidez, que no dudé un momento en sacar mi cámara y hacerte la foto. Te la enseñé el día que la convertí en un póster y decoré mi despacho con ella. Decías que no te gustaba que cualquiera que entrase la pudiese ver porque era un instante tuyo íntimo. y podía considerarse una invasión de tu intimidad. Pero hoy precisamente ha entrado un cliente y se ha quedado mirándola durante unos minutos. Me ha dicho que era la imagen perfecta de la paz y la tranquilidad. Me ha pedido una copia, pero obviamente le he dicho que era imposible. Y ahora llevaba yo unos minutos mirándola y se me ha ocurrido llamarte. Pero te estaba imaginando en esa postura, con una mano bajo tu cara, la otra sobre la almohada, y he pensado que a lo mejor estabas dormida, y sería un crimen despertarte porque siempre duermes así. Así que he preferido escribirte esto que te enseñaré cuando despiertes.
Estaba observando esa foto que te hice un día mientras dormías
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